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Miércoles 4 de julio de 2018, las 3:20, despierto y sin poder dormirme otra vez, voy a intentar retomar el sueño. No ha habido suerte he dormido muy poco, que le vamos a hacer. 7:10 todo preparado y comenzamos a pedalear. Para empezar, desde la misma puerta del albergue, tenemos una cuesta de narices… ¡ale! a calentar piernas. Hoy es la etapa reina del camino Francés, hoy nos enfrentamos a la mítica subida a O Cebreiro.
Algunas fotos antes de salir de Villafranca del Bierzo y después circulamos durante 20 km. junto a la carretera hasta llegar a Las Herrerías. Este tramo, según la app Simply Camino, tenía un perfil bastante escarpado, pero, de momento, el camino a discurrido entre montañas y aunque se han subido nos hemos ahorrado subidas importantes. Claro que en realidad a partir de Las Herrerías comenzamos la verdadera escalada, la subida O Cebreiro. Decidimos hacer la subida hasta La Laguna de Castilla por asfalto, ya que hacerlo por La Faba, en bici, nos aconsejan no hacerla, además el tiempo vuelve a amenazar lluvia. Para empezar 6 kms. de subida ininterrumpida con cuestas del 11, 13 y has 17% hasta llegar a La Laguna de Castilla, los 6 kms sin un solo descanso… eternos…
Una vez en La Laguna de Castilla, entramos en un bar, el propietario nos informa que nos quedan 2 kilómetros para llegar a O Cebreiro, pero que está arreglado y se sube sin problemas. Continuamos por el camino de peregrinos a pie. Durante esta subida en un momento dado Manolo decide sentarse al margen del camino y lo hace a su manera, sin bajarse de la bici jajaja. Comentar que el señor del bar, no a caminado el trecho hasta O Cebreiro, pues de sencillo, nada.
Llegamos a O Cebreiro, hacemos unas cuantas fotos, sellamos la credencial y continuamos dirección Alto del Poio con repechos bastante significativos. Conectamos de nuevo con la carretera, pasamos previamente el Alto de San Roque a 1270 metros de altura.
La niebla empieza a hacer acto de presencia y una pequeña llovizna empieza a caer, lo que nos obliga a parar y ponernos los chubasqueros, solo la parte de arriba. Seguimos subiendo hasta el mismo Alto del Poio, nos abrigamos bien y comenzamos un vertiginoso descenso por la carretera dirección Triacastela, a los pocos metros de iniciar el descenso paramos y nos ponemos todo el arsenal anti-lluvia. Entre lo que cae del cielo, la velocidad y la espesa niebla que no nos deja ver a mas de 20 o 30 metros, la cantidad de agua que recibimos es muy considerable. Como Manolo lleva la luz sin batería, va delante abriendo camino y yo pegado detrás de él con la luz a piñón fijo, nos alcanza un camión o un autobús no sabemos lo que era y nos resguarda la retaguardia a una distancia prudencial durante unos kilómetros sin adelantarnos, un aplauso para él y muchas gracias por respetarnos.
Al final dejamos atrás la niebla y llegamos a Triacastela preguntamos en una ferretería, nos dicen dónde está el albergue municipal, nos hemos pasado. Nos registramos y otra vez el mismo ritual, ducha, comida, colada (esta vez vigilada por Manolo mientras yo duermo), descansar, compra en el supermercado y relax hasta el día siguiente para comenzar otra jornada de pedaleo.
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