Etapa 3 – Puente la Reina – Torres del Río

Seguidamente pasamos por Lorca, da la sensación de estar cerca de casa. Llegamos a Estella, reponemos agua fresquita de una fuente y paramos a hacer unas fotos al casco viejo de la ciudad, si ciudad, según nos indica un vecino, que no se nos ocurra decir que Estella es un pueblo, es una ciudad. Nos queda claro.

Buscamos donde nos puedan sellar la credencial y todos los albergues están cerrados, ya saliendo de la ciudad, llegamos a un albergue, el del polideportivo y allí una señora muy simpática nos estampa el sello y nos informa de donde podemos comprar algo de fruta y por donde sigue el camino. Después de comprar un par de plátanos y algo fresco para beber en el super de Richard, continuamos subiendo sin necesidad de echar pie a tierra.

Tras pedalear un buen rato, siempre cuesta arriba, llegamos a otra fuente, pero esta es ¡¡de vino!! Naturalmente echamos un trago, Manolo con la Coca-Cola que se ha bebido hace un rato, se fabrica el calimocho en la tripa. Continuamos… subiendo como no podría ser de otra forma. Pasamos por grandes campos de cereales con un calor abrasador, y una cantidad de polvo bestial (las alforjas y las bicis se han cubierto de una generosa capa de polvo.

Llegamos a Los Arcos pensando que estábamos en Torres del Río, allí conocemos a María y Javier, dos simpáticos abuelos que después de hablar un rato con ellos, nos informan que para llegar a torres del río, nos quedan 8 km. Primera desmoralización. Pues nada, a seguir para adelante, estos últimos kms. el camino es más polvoriento si cabe, intentamos pasar lo más separado posible de los muchos peregrinos de a pie que vamos adelantando para no rebozarlos en polvo (en esta jornada hemos pasado a muchísimos). 2 o 3 kms antes de llegar a Torres del Río, no aguantamos más y paramos debajo del único árbol que se ve hasta donde alcanza la vista, allí descansa un peregrino de a pie, charlamos un rato con el, nos comemos los plátanos y seguimos.

Por fin, después de una empinada cuesta por la carretera, el camino coincide con esta durante unos cientos de metros, llegamos a Torres del Río, pues no, no es Torres del Río, es Sansol, segunda desmoralización, afortunadamente nuestra meta está a pocos metros, bajando por una senda con mucha pendiente y a sólo unos cientos de metros, llegamos por fin pero no sin antes subir la super empinada entrada al pueblo.

Elegimos el segundo albergue que encontramos, nos registramos y antes de ducharnos tan siquiera, comemos como reyes con un platazo combinado y una ensalada, postre, agua y vino, esto no era hambre, era necesidad. Ahora si, ducha, colada y a descansar.