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Jueves 28 de junio, 5:15 ya estoy con los ojos abiertos, he dormido del tirón. Hoy Manolo se ha despertado antes, quizás haya influido el ruido que yo he hecho, a las 6:30 ya estamos preparados para salir pero el buen hombre del bar no ha llegado y las bicis están bajo llave. Son las 6:50 y por fin llega el camarero, cogemos las bicis, preparamos los petates, engrasamos la cadena, foto antes de iniciar la etapa y en marcha.
Como es natural, comenzamos subiendo, ya lo habíamos consultado en la página de Eroski y aunque las subidas no son excesivamente largas, hay algunas que nos obligan a echar pie a tierra y empujar la bici. Circulamos durante un buen rato paralelos a la carretera por sendas muy estrechas y con mucha maleza a un lado y a otro, tanto, que ambas alforjas van rozando con los hierbajos. Tenemos que llevar cuidado porque hay también ramas gruesas, con una de ellas Manolo se ha enganchado y afortunadamente, le ha dado tiempo a soltar la cala, poner pie al suelo y solo ha caído la bici.
Hemos recorrido ya algo más de ocho kilómetros y supuestamente, lo malo ya lo hemos dejado atrás, se supone que a partir de ahora la ruta debe de ser relajada referente a desniveles, el técnico especialista de la página de Eroski, encargado de plasmar el perfil de la etapa, describe las subidas como meras tachuelas, ¡que bien!, Llegamos a Viana donde hacemos unas fotos, descansamos y continuamos la ruta.
Por fin divisamos abajo, a lo lejos, Logroño, pedaleamos entre viñedos y nos hemos puesto ya el cortavientos porque hace fresquito y bajando se hiela el cuerpo. Llegamos al centro de Logroño donde nos sellan la credencial en el Centro de Información al Peregrino, justamente al lado del río Ebro. Seguimos cruzando la ciudad, hacemos fotos en la Plaza del Juego de la Oca, frente a la Parroquia de Santiago el Real. Parada en el bar Vento, napolitana y un zumo de naranja para Manolo, yo almorzaré más adelante, me apetece un buen bocata pero aquí los que tienen son de juguete.
Salimos de Logroño atravesando parques y zonas de paseo, hemos empezado a subir una de las tachuelas descrita por el “técnico” de la página de Eroski, para hacerlo tenemos que tirar de molinillo, menudas cuestas, este buen hombre no ha visto una tachuela en su vida.
Por fin disfrutamos de unos metros de bajada hasta llegar a Navarrete. Naturalmente, Navarrete está en todo lo alto de un peñasco, vuelve a poner molinillo y a subir hasta arriba del todo. Cuando iniciamos la subida del pueblo nos encontramos una escalera, una señora muy amable nos indica el camino para las bicis y nos dice que junto a la iglesia hay una bocatería en la que podemos almorzar como reyes. Llegamos a la iglesia y efectivamente, al lado de la misma nos encontramos la bocatería, nos pedimos sendos bocadillos de lomo, tomate y queso con un Aquarius bien fresquito. Pedazo bocata, resulta que la señora no es otra que la esposa del dueño, un chaval muy amable con el que conversamos durante el almuerzo y nos cuenta algunas anécdotas sobre peregrinos que pasan por su establecimiento.s.
11:25, con el estómago lleno salimos de Navarrete, hace fresquito y continúa el aire que, hace ya unos kilómetros, nos viene acompañando y dificultando el avance pues sopla de frente. Afrontamos una subida, no muy pronunciada, pero muy, muy prolongada, luego todo bajada, gracias a eso hemos cogido un buen ritmo y llegado a Nájera sobre las 12:45.
Salimos de Nájera con un sello muy chulo estampado en la credencial que nos han puesto en un hostal. Una vez dejamos el pueblo de Nájera, iniciamos una subida que, para nosotros se queda lo empinada que está, me vuelvo a acordar de las tachuelas descritas por el “técnico” en desniveles de la página de Eroski.
Subiendo y bajando toboganes, más subir que bajar, llegamos a Azofra donde nos tomamos un tentempié y continuamos porque ahora vienen nueve kilómetros y medio de constante subida con un desnivel de 190 metros, otra vez viene a mi mente el “técnico”.
Subimos un sin fin de repechos, unos más empinados que otros, unos más largos y otros más cortos, también tenemos un aire totalmente de frente que no es muy fuerte pero nos dificulta el avance.
Por fin llegamos a Santo domingo de la calzada y paramos en el primer albergue que nos encontramos, de nombre, albergue de Peregrinos de la Abadía de Ntra. Sra. de la Anunciación, ahí queda eso. Una edificación del siglo XVIII más vieja que el sol, a cargo de la cual se encuentra la comunidad de monjas cistercienses. Nos registramos y subimos a las habitaciones, hoy sin litera ni Manolo ni yo, los colchones, me da la impresión que son los mismos con los que se inauguró la abadía allá por el siglo XVIII. Sin lugar a dudas es el albergue más cutre de todos en los que hemos estado. Ducha, comida de lo que llevamos en las alforjas, hacemos la colada y a descansar un rato. Después paseo, cena y a dormir.
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