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Viernes 29 de junio de 2018, hoy me he despertado a las 2:45, pero donde voy tan temprano, bueno aprovecho para realizar una incursión al aseo y echar un trago de agua, afortunadamente he conseguido seguir durmiendo hasta las 5:55. He despertado a Manolo, enseguida nos hemos puesto a preparar todos los bártulos… a ver si podemos salir a las 7.
Bueno, todo preparado, al final, como siempre, nos hemos retrasado un poquito, es que organizarlo todo, esta vez prepararnos para el agua, porque seguro nos va a llover, nos ha llevado un poco más de tiempo. Son las 7:20 y estamos dispuestos para iniciar la quinta etapa.
Hoy intentaremos llegar a Burgos, es decir, tres etapas de a pie… veremos a ver si lo conseguimos porque posiblemente a partir de las 11:30 o las 12, nos empecemos a mojar y estrenemos los chubasqueros.
8 de la mañana, esto es un sin parar de toboganes, sube, baja, sube, baja. Al pasar Villamayor del Río, antes de llegar a Belorado, nos encontramos un hermoso sembrado de ¡opio!. Nunca lo había visto y la verdad es que llama la atención por lo singular del cultivo y por las llamativas flores, verlo en plena floración tiene que ser un espectáculo.
9:20, llegamos a Belorado donde nos sellan la credencial, nos comemos un bocata de lomo, tomate y queso. De momento todo sin incidencias, no hace aire, no nos ha llovido, al contrario, las nubes se están replegando y dan paso a un sol que empieza a calentar de lo lindo.
9:45, la tripa llena y seguimos con la segunda parte de esta etapa que nos lleva a Agés. Continuamos subiendo y bajando pendientes, bordeando la carretera nacional y a veces la autovía. Saliendo de Villafranca de Montes de Oca nos encontramos con un desnivel bastante significativo. Hemos entrado en un robledal dentro del cual no se veía el cielo de lo espesos y tupidos que eran los árboles, helechos a derecha e izquierda y un camino que más bien parece una senda de tierra arcillosa, hemos hecho varios vídeos porque merece la pena, muy duro pero precioso de verdad.
12:45, llegamos a Agés, nos vamos a tomar un tentempié y hacemos unas fotos, hablamos con unos paisanos que toman el sol y nos dicen que estamos a unos 1000 metros de altura, nos comentan que en invierno han llegado a “disfrutar” de 18 y 20 grados bajo cero, fresquito, fresquito.
Nos quedan 23 kms. hasta Burgos y en teoría, a excepción de la subida a Atapuerca (1070m), el perfil es relativamente suave con un descenso largo pero muy poco pronunciado.
13:05, ya tengo mi sellito que me han puesto en un bar llamado El Alquimista, muy chulo pero con un hombre tras la barra que de simpático tenía lo mismo que yo de piloto de aviones, a lo mejor lo hemos pillado en un mal día.
Salimos de Agés y nos dirigimos hacia Olmos de Atapuerca que es la parte más alta dónde se sitúa una cruz de madera con mogollón de piedras alrededor, la subida super empinada y cuando estás llegando al final llena de piedras, incluso hay un momento en el que no se distingue el camino. Nos hacemos unas fotitos junto a la cruz e iniciamos el descenso, este lo tengo que realizar solamente utilizando el freno delantero porque en el de atrás no me quedan pastillas, en ese momento me acuerdo de nuestro amigo Manu.
Seguimos bajando de Atapuerca y en un momento dado nos damos cuenta que hace rato no vemos ninguna flecha amarilla que nos indique el camino, volvemos sobre nuestros pasos y en un cruce encontramos flechas pintadas en piedras y postes que nos mandan en todas direcciones, a la derecha, a la izquierda y al frente, analizamos la situación, miramos por Internet y decidimos seguir de frente porque al fondo vemos un cúmulo de edificaciones bastante grande que al final resulta ser Burgos. Para llegar tenemos que descender por un camino por el que no ha pasado nadie durante unos cuantos siglos, apenas se ve las rodadas de algún tractor y la hierba tapa totalmente el trazado. Descendemos por este camino en el que vamos abriendo paso entre hierbas y matojos. Manolo va delante abriendo camino y yo detrás repasándolo y al final llegamos a un polígono feo, como todos los polígonos. Enfilamos por una avenida la cual resulta ser la que desemboca en el centro de Burgos. No sabemos a que albergue dirigirnos y rebuscando por Internet descubrimos que el albergue municipal está justo detrás de la catedral.
El albergue es una pasada de grande, todo nuevo, tiene unas cuantas plantas y todo muy bien organizado. Nos duchamos, picamos algo, hacemos la colada y nos vamos a dar un garbeo. A la vuelta paramos en el bar que hay justo enfrente del albergue, Manolo se pide una tapa de carne picada con un huevo frito sobre una base de pan raro, yo me pido medio pollo asado con ensalada… sin tonterías.
Nos echamos a descansar un rato y cuando me relajo es cuando me acuerdo de que no llevo frenos en la bici, afortunadamente mi amigo Manu ya sabía que me iban a hacer falta y me aconsejó llevar pastillas de repuesto, el jodido me las podría haber cambiado cuando revisó la bici. Con ayuda de Manolo y un vídeo del Youtube quedan sustituidas en unos minutos.
Resulta que hoy 29 de junio es San Pedro y San Pablo que son los patrones de la ciudad de Burgos, o sea, que están en fiestas. Burgos está petado de gente por las calles. Como mañana hay que madrugar y a las 22 horas cierran las puertas del albergue, cenamos una tapita con una cervecita y a “dormir”.
A las 23:30 ya estaba durmiendo y me despiertan los fuegos artificiales, nada, 15 minutos sin parar y después todo el mogollón de gente gritando y riendo justo en la puerta del albergue y la música a piñón fijo, aquí no hay quien pegue ojo.
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